jueves, 7 de agosto de 2014

Mística - Sylvia Plath












El aire es un molino de garfios -
Preguntas sin respuesta,
Centelleantes y ebrias como moscas
Cuyo beso insoportable punza
Los fétidos vientres de aire negro bajo los pinos de verano.

Recuerdo
El olor muerto del sol en las cabañas de madera,
La rigidez de las velas, los extensos sudarios de sal.
Y una vez que uno ha visto a Dios, ¿qué remedio hay?
Y una vez que uno ha sido atrapado

Sin que sea descuidada parte alguna,
Ni un dedo de las manos, ni uno de los pies y que uno ha sido usado,
Enteramente usado, en las conflagraciones del sol, esas manchas
Que se alargan desde antiguas catedrales,
¿Qué remedio hay?

¿La pildora de la comunión?
¿Caminar junto a aguas inmóviles? ¿La memoria?
¿O recoger los fragmentos brillantes de Cristo
En las caras de los roedores,
Esos come-flores mansos

Cuyos anhelos son tan poco elevados que están cómodos -
La jorobada en su pequeña y limpia casa
Bajo los rayos de las clemátides?
¿No hay gran amor? ¿Sólo hay ternura?
¿Recuerda el mar

A quien caminó sobre él?
Las moléculas rezuman sentido.
Las chimeneas de la ciudad respiran, transpiran las ventanas,
Los niños brincan en sus cunas,
El sol florece, es un geranio.

Aún no se ha detenido el corazón.

En Tulipanes y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988.

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