sábado, 25 de julio de 2015

El erizo - Bernardo Atxaga


El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas,
y acuden a su memoria todas las palabras de
su lengua,
que, contando los verbos, son poco más o menos
veintisiete.
Luego piensa: el invierno ha terminado,
soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.
Y vuelve a pensar: Es mi territorio,
Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Sin embargo, permanece quieto, como una hoja
seca más,
porque aun es mediodía, y una antigua ley
le prohíbe las águilas, el sol y los cielos azules.
Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Deshecha el río y sube por la falda de la montaña
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en
Corinto;
Y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva
carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y el mío;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.
Bernardo Atxaga. Poemas & híbridos, Plaza y Janés, Barcelona, 1997,

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